lunes, 23 de febrero de 2009

HISTORIAS CREPÚSCULARES

Cuando el cielo se pinta de un azul petróleo, casi negro, sé que son las 6:15 de la tarde. Por estos tiempos y hacia el sur, se prende un lucero que se funde entre las nubes, un orificio en esta cortina que los dioses han puesto en sus ventanas, ¿por qué se esconden de nosotros?. Hoy sé que este pedazo de cielo se succiona del aire y se sostiene en el pecho, que nuestra existencia es un eterno suspiro pintado de azul. No somos más que una luz que pende de un hilo, nacemos como hijos del sol y morimos cuando alunamos. Somos 15 minutos, tenemos 15 minutos de vida, somos el crepúsculo ideal. ¿qué esperas entonces?

jueves, 19 de febrero de 2009

LA SONRISA DOBLADA


Como él no confiaba en su sonrisa, prefirió doblarla por la mitad y metérsela en el bolsillo. Sin quererlo, pensaba en ella más de lo habitual y el aire inventaba en el horizonte el momento en que ella sacaba la lengua, y despacito, la paseaba sobre sus labios y los humedecía paso a paso, de a gotitas.



Quiso quebrarle la sonrisa en tres pedazos, pero como no creía en ella, sólo logró dormir sobre su boca y arrullarse en un suspiro.



Cuando despertó, no sabía a ciencia cierta si era un hombre que había soñado sobre unos inmensos labios húmedos, o si era una sonrisa, doblada por la mitad, que descansaba en un bolsillo y esperaba que un hombre llegara para acostarse sobre ella.

martes, 17 de febrero de 2009

100 PALOMAS DE PAPEL

—Pensé que no ibas a volver…


—El viaje ha sido extenso, agitado y lleno de turbulencias. El mar me demoraba y las ansias eran como un navío aproximándose a Itaca sin llegar para retornar al extravismo.



*CAPITULO I* (100 palomas de papel)

—Igual... pensé que no ibas a volver y ahora que te veo creo que nunca regresaste… ¿volviste al fin otra vez?


—Pretendo volver con todo, volver a casa, a mis campos, mis calles y a vos. Pero...


—… Me quedé colgada en ese "pero" que no suena en mis oídos sino que lo siento más arriba del pecho, ¿pero qué? a la final tus calles nunca llevan a ninguna parte, te quedaste engarzado en los mástiles de aquellos que guiaron tu camino en las noches en las que no hice más que esperarte, ¿pero qué vos? Decime.


—Mirá que en vos habita algo diferente, otro "yo" que es sólo tuyo. Ese yo que se ha quedado en tierra, esa imagen rodeada de un escenario de antes de abandonarme, para llegar a ti como este extraño que te habla con las claves del ayer… es hoy que sientes el pasado en tu pecho.


—Me quedé enclavada en un pasado que sé que nunca va a volver, eso lo tengo claro, y aquí me tenés: tejida con los hilos de los recuerdos que construimos alguna vez. No sé de qué estoy hecha, pero sé que estoy trenzada con esa sustancia amarga y gelatinosa con que se tejen los sueños. ¿Acaso no querrás vos destejerme ahora?


—Quiero volver. Necesito que abras de par en par las celosías que ocultan este volver, este extraño que quiere volver a ser en ti lo que siempre soñaste. Vivir untado de vos, de ese vibrar continuo que me aproxima incluso a pensar en otras formas.

**CAPITULO II** (100 palomas de papel)

—Hay vos, estuve suspirando un tiempo mientras soñaba con verte regresar. Ahora no entiendo por qué cuándo ya estas aquí y te estoy mirando ciegamente, siento un miedo angustioso y la garganta se me llena de piedras y ya no quiero mirarte, y odio el regreso y el volver… ¿Por qué? ¿Por qué regresar y volver son lo mismo pero a la vez se niegan?... ¿Acaso es volver a casa?, ¿volver al primer amor? ¿Regresar a dónde? ¿Con la cabeza a tu niñez… a los sueños que juntos alguna vez pensamos que íbamos a escupirle al cielo?... ¿volviste o regresaste?

—Es difícil, por eso mi primera duda, por eso este titubear a lanzarme de brazos abiertos. Regreso para volver a mis sueños más primarios, ese desear de una compañía que quizás muchas veces estuvo en mis mismos lugares: la misma postura en una silla, los mismos ojos y por puro azar... Un sueño compartido sin que ambos supusiéramos la posibilidad de los anhelos puntualmente exactos al deseo.

—Yo quiero que volvás, pero debes saber que esto es lo que tengo para ofrecerte: una cara ya marchita por los vientos que han gritado tu ausencia y unas manos callosas de tanto tejer y destejer tu rostro en el tiempo. No tengo más, si regresaste buscando a quién dejaste hace ya incontables años, podés devolverte y ahogarte con tus sirenas enmudecidas.

—Vuelvo con mil rostros destrozados, mil corazones que me esperan, mil desconfianzas; pero te ofrezco una confianza nueva para que soportes un pasado que te perdiste, un pasado que será para ti un presente confuso y en mí un revivir de emociones perdidas que compartiré con vos para que acompañes este corazón que enmudece.

—No, no sigas... ¿vos crees que es sencillo sentarme todas las noches frente a un mar que indigente me observa y no me ofrece ni un suspiro de aliento?, ¿vos crees que es muy fácil mirarme en el espejo, y desnuda, descubrir que vos no has vuelto y que tus manos nunca volvieron a rozar mi cuello? Ahora volvés con tus palabras marchitas y quiero que te las tragués… sonrío con pena porque sé que son fáciles de saborear, sólo te sabrán a flores muertas... un poquito agrias. Pero yo... yo tengo el alma ya marchita... yo no tengo palabras que tragarme porque todas se las llevó el viento cuando aún en el horizonte soñaba con ver tu barco empezar a dibujarse en diminutas pinceladas rojizas…No volvás entonces, ya no quiero que volvas. ¿Qué otros corazones te esperan si no el mío? ¿Qué confianza podés darme para soportar tantas presencias imaginadas? yo creo que me enloquecí esperándote... ya ni tu confianza rota me vale.

***CAPITULO III*** (100 palomas de papel)

—… Aún recuerdo a qué saben los besos con flores. Y siempre se recuerda lo que en uno ha sido fuerte oleaje.

—A mí de tanto recuerdo olvidado, se me olvido qué diablos debo recordar... ¿si a vos o tu voz? ¿Si tu lengua o tus besos? si tus palabras... o el sonido de tus dientes mientras hablas.

—De ti los recuerdos me abrazan aún las noches. Una película de sonrisas y algún suave poema.

—De vos... de vos los suspiros.

—Déjame que me marche con este suspiro que retengo hasta entrar en otro viaje distinto, un viaje con vos, un sueño, una alegría para mañana al despertar.

— ¿Sólo por hoy?

—…Por hoy, me quedo con mis emociones de hoy.

— ¿Y mañana?

—Mañana… Mañana es Mañana. No sé hoy como será mañana.

— ¿Te vas entonces con tu suspiro?

—Sí, y a soñar. Y poco a poco volveré. Hasta después… un beso.

Penélope dice:
...y te vas...otra vez.

domingo, 15 de febrero de 2009

SIN PALABRAS PARA EL OLVIDO

No sé qué sería de mí si tuviera buena memoria. ¿Te imaginas?, no podría re-leer a Cortázar y ser feliz como la primera vez. ¿Supiste que va a sacar un nuevo libro? se va a llamar "Papeles Inesperados", apenas para los que vivimos con ganas de encontrarlo sentado en un café sin nombre, escribiendo en un cuaderno de pasta azul oscura y fumándose un cigarrillo. Sí... ya sé que hace 25 años su silencio nos invadió hasta lo más profundo, pero a mí no importa, el todavía está por aquí.

No soy nadie en especial para hablar con propiedad sobre su partida, pues yo ni siquiera existía cuando calló. Pero sé que fue un silencio lento y pesado como de un gris plomizo. Porque los ecos de su voz son suaves, como una brisa en invierno. Sus palabras no son como las de aquellos autores que aún caminan por estas tierras y escucho hablar. Las suyas se meten por entre los oidos como si fueran un pedacito de tela azul.

Ya no recuerdo hace cuánto lo conocí, pero sé que su voz se pierde en unas volutas grises por encima de mi cabeza. Lo veo entre las nubes y entonces entiendo que lo escucho porque está en otra parte, porque tiene alas de papel o está metido entre los ojos amarillos de un gato francés.

En todo caso, bendigo mi mala memoria, porque cada que se me presenta un cronopio, una tortuga que vuela o un músico de jazz que fuma desnudo en un cuarto de hotel, se me presenta una novedad... una estrella innombrable entre mis recuerdos. Sus personajes siempre son distintos. Cambian con mis horas, caminan y huelen a lo que piso y saboreo en este instante. Julio es un gato sin tiempo que se posa en los entejados de las casas viejas.

Mi cabeza en cambio, es una vaina de lo más compleja, algo así como una pecerita con peces de hielo, o una caja llena de copos de nieve.

Una pecera porque el agua va derritiendo los pececitos que ya existen, entonces los pisci-recuerdos se van diluyendo, se van volviendo agua, y de vez en vez, cuando hace frio, regresan las viejas formas de los peces alados... pero vuelven y se diluyen, y así una y otra vez...

Y los copos de nieve igual, pero como están en una cajita duran más tiempo. Pero fíjate en las formas: son como almidonados, como carreteras y tranvías extraviados, como cristales perdidos. ¿De qué me sirven semejantes recuerdos? Tan artificiales y estudiados, tan complicados. Es que a veces no los logro descifrar y se pierden, simplemente se van. Vos igual conocés mi memoria, y sabés que recuerdo lo que quiero y lo que me importa.

Recuerdo por ejemplo el primer libro que me regalaron, de pasta blanca con ilustraciones en tinta negra y un poquito de azul, recuerdo también mis manos llenas de puntos de colores cuando pintaba con marcadores prismacolor, o los limones que dibujaba a lápiz o las sonrisas de colegio y los abrazos del papá, recuerdo las puestas de sol en Ladrilleros y te recuerdo a vos. Yo no sé, pero no tengo imágenes fijas en alta definición.

Mi cabeza, de la que cuelgan las golondrinas, es más del séptimo arte. Puro cine francés, medio mudo y amarillo. Los recuerdos se escapan en un aleteo y entonces se proyectan pequeños cuadros, a veces de colores, a veces en blanco y negro... vos me conoces, ¡Tengo un teatro en la cabeza!

Digo que olvido con facilidad, pero lo único que hago es meter entre las golondrinas lo que no quiero mantener presente. El simple hecho de saber, o tener la sensación de que he olvidado algo, me hace sentir que ese algo no se ha olvidado por completo, que aun reposa en algún lugar.

Freud habla de una inconsciencia en la que reposan todos nuestros recuerdos. Esas son las golondrinas: mis recuerdos enclaustrados. Esta sensación de olvido lo único que hace es reafirmar una presencia escondida, por eso las golondrinas nunca se van del todo.

No te voy a negar que al olvido le temo con todo el cuerpo. Me duele saber que a medida que envejecemos, menos recordamos. No quiero olvidarme tan fácil del mundo. Pero siento que por entre los dedos se me cuelan los recuerdos. Qué fácil es decir que nunca te voy a olvidar y que dificil tratar de recordarte cuando espero.
Cortázar no se ha ido. Lo sé porque aún maúlla metido entre las tejas grises de una casa abandonada. El muy bandido se ha comido los peces de hielo, que como golondrinas, penden de mi cabeza. Lo pillé una noche mientras me decía, casi en un susurro que “no hay más que los momentos en que estamos con ese otro al que creemos entender” y con su erre gutural me repetía que “al final sólo queda un álbum de fotos... de instantes fijos” y así se alejaba, sonriendo, con mis pececitos entre sus garras y un cigarrillo en la boca, como si el olvido para él fuera sólo un chiste.


EL SUEÑO DEL CARACOL

A veces las palabras se esconden entre libros de hojas amarillentas (por eso las hojas de otoño me recuerdan los cuadernos olvidados). El viento y el tiempo intentan acallarlas en lo más profundo de nuestros recuerdos en un baile que se las va llevando por un camino de piedra. Pero cuando las palabras valen la pena, gritan por encima de nuestros ojos y nos sorprenden entre las solapas de una biblioteca empolvada. Caen de golpe.


Insisto... las casualidades no existen, y el tiempo y el azar saben cómo mostrarnos el camino. ¿Vos sabés de donde viene la palabra azar?... porque yo no, y quiero saber.

Es un Sueño para los que esperan
para los que buscan y encuentran,
para los que creen en él.
Es una utopía para los que quieren
para los que dudan
para los que temen,
para los que creen que al final de un tunel
no hay más que un abismo irreversible.

¿Qué esperás entonces? ... Nunca es demasiado Tarde
P.D: El video lo encontrás en la parte lateral derecha

sábado, 14 de febrero de 2009

INSTRUCCIONES DE USO



No necesitas más que una esquina (un pedacito de cemento en el que te sintás seguro). Si está cerca a una calle poco transitable mucho mejor, porque así podes sacar tus tizas de colores y pintar todo lo que querés decir. Esa esquina te la doy yo en esta pared virtual... ¡es toda tuya! entonces rayala sin pena.

Recordá que debes elegir el color de tu tiza, más adelante hablaremos sobre los colores, bueno no sobre todos los colores, pero sí sobre el mío específicamente. Ya despues vos me diras con qué color vas a rayar vos y nos vamos entendiendo en este pequeño juego.
Necesitás además un trocito de imaginación metido entre las pupilas, porque si no lo tenés, creo que no podes acceder a este mundo de fantasías que ahora te presento. También una pequeña dosis de sensatez, mucho de humanidad, un cuarto de literatura leida y una que otra palabra inventada que ronde por tus recuerdos.

El juego es simple, a veces lanzo la piedra y cae sobre una de las 10 cosas que hay que hacer antes de llegar al cielo... en ocasiones cambiamos de rayuela y simplemente la buscamos entre las letras. Yo te entrego hoy a vos mis palabras, lo que me gusta, lo que pienso y sueño... vos verás qué querés hacer con ellas.

No te digo que te las puedes llevar, porque ya están aqui, pero si me podes contar qué pensas vos sobre lo que te escribo. Quiero leerte a vos también. El juego no es obligatorio, pero como la vida, es una adicción a la que estamos destinados.