jueves, 30 de septiembre de 2010

BUSCANDO A LILY MARLÉN

Ella es un lirio de sonrisa fácil que espera bajo la luz de un farol amarillo. Tiene los dientes parejos de una mujer que sirve café a las ocho de la mañana, enclaustrados en los labios delgaditos de la jefe del departamento de arquitectos que tiene el pelo rojo. Tiene las manos blancas de una enfermera que sostiene una cajita de música. Las pecas coquetas de su cuello, se descubren a través del botón de la blusa que siempre mantiene abierta. Esos lunares proponen inventar el sostén en blanco y negro que, como una partitura musical, esconde en sus entrañas imaginadas. No sólo tiene las piernas de Marlene Dietrich, sino también su voz. Lily Marleen canta y las caderas anchas de la profesora de ciencias sociales que tomó un taxi, cierta noche (día al fin y al cabo) en que llovía a cántaros, bailan al compás de una mano que tiene como ocupación ser un objeto de arte, ser al fin y al cabo, el tiempo en los labios de una mujer.

TUYO ES MI CORAZÓN



—Es muy bonito libro —dijo Carlos
—¿Es muy triste?
—Es el libro más triste que he leído en mi vida
—A mí me gustan los libros tristes —dijo Juanita
—¿Por qué? —preguntó Carlos
—Porque se parecen a las cosas que le ocurren a la gente

miércoles, 22 de septiembre de 2010

CARTA AL NEGRO CAMACHO



Cada que pienso en vos imagino tus ojos. Los pinto en el horizonte de un color caramelo espeso y flotan en el aire como un par de espejos que brillan y parpadean al hablar. Estoy casi segura que si brillan tanto es por los muchos soles que se han reflejado en sus pupilas. El horizonte para vos nunca fue el límite, fue la línea que siempre te mostró el camino que inventaste con tus pies.

Es que la vida es un pequeño camino empedrado que se construye con cada nuevo aprendizaje y experiencia. Un ladrillo, dos, tres y ¿Por qué amarillos?, porque es el camino que siempre recuerdo cada que pienso en un viaje. Es el camino que guía hacia la tierra de Oz, el camino de la magia, el eterno retorno, el camino que parte de la casa y termina en ella. Así son tus viajes Benjamín Camacho: descubrimientos, desolaciones y búsquedas insaciables.

Creo que el valor que me falta para dejar todo lo que hasta ahora he construido, es el que te sobra para colgarte una maleta de tela al hombro y correr hacia al sur. Tal vez porque no nací a orillas de un río o porque no he probado la marihuana en las raíces de un árbol, es que no tengo el empuje para que mis pasos empiecen a trotar; o tal vez porque vos tenés cuerpo y alma de negro es que caminas en busca de una historia, porque yo para el alma me quedé corta. Yo tengo mis historias aquí al lado, soy excesivamente cómoda y escribo sobre lo que veo. En cambio vos, saliste en busca de una historia que nunca encontraste, porque nunca la perdiste. Siempre estuvo junto a vos Negro, y es que vos sos la historia que camina sin rumbo por las trochas del tiempo.

Mientras te leía, empastado entre las páginas del libro, imaginé tus metas. Pensé que tal vez querrías llegar a viejo o navegar el Nilo en una balsa de madera; o quizás cantar sobre las tablas del Luna Park en Argentina o morir también a orillas de un río. Y supe, gracias a vos, que la vida asegura el ahora, que no promete futuros ni perpetua pasados. Porque el pasado ya no existe y el futuro es un misterio, pero el ahora es un regalo y por eso se llama presente. Vos viviste un eterno presente materializado en la búsqueda de esa hermosa historia, que creías, reposaba bajo las piedras de alguna tierra perdida. Pero nunca te diste cuenta que vos eras el tiempo caminando entre bosques sin luna, y todos los caminos fueron una posibilidad para vos, “vivir para contar, caminar para escribir”, porque fueron tus pies los que escribieron esta historia que ahora late bajo nuestros caminos.

Vos supiste abrir las horas con calma, estudiar lo que el mundo te ofrecía y pensar con cabeza fría para fijarte la dirección del camino. Tus metas aunque claras, nunca fueron estáticas, siempre cambiaron con la dirección del viento, como vos.

¿Acaso era tu destino ser el hombre errante en busca de una felicidad que no nombraste? No sé que pensés vos del destino negro, vos que tanto has aprendido del cielo y del infierno en tus caminatas eternas. Dicen que el destino supone esa concepción mundana de un camino marcado, de un futuro cierto y de unas “misiones” que el hombre debe cumplir. Es una fuerza que predetermina todos los acontecimientos en la vida de cada persona.

Vos negro, no estuviste determinado más que por tu propia conciencia, vos sembraste el acto, de siempre salir cantando de casa, y así cosechaste un hábito. Sembraste un hábito y cosechaste así tu carácter errante. Y como afirma Charles Reade, el famoso escritor inglés, “siembra un carácter y cosecharás un destino”.

Existen en cambio, destinos de otra naturaleza, como aquellos de los que se tiene conocimiento después de tomada alguna decisión, algo así como una causa-efecto. Este destino no es tan inverosímil, pues toda acción siempre genera una reacción y desde este punto, toda reacción esta predestinada desde la acción. Vos mismo construiste el destino a partir de tu forma de ser, porque nunca perteneciste a nadie, porque si te convertiste en viento para atravesar Suramérica, entonces fue porque así lo quisiste desde el primer momento en que, entonando una canción, caminaste con la puerta de tu casa a tu espalda.

A mi me enseñaron que el camino se forja con años de lectura, de equivocaciones, de preguntas y preparaciones. Pero vos me mostraste que tu camino lo forjaste a punta de sueños. No necesitaste más libro que la Biblia y el Almanaque Bristol. ¡Qué Cortázar, qué Sábato o Cervantes te iban a mostrar el camino que tu alma siguió! No necesitaste de Marx o de Freud para encontrarte encerrado en una cárcel sin dueño y gritando por aquellos que no tienen voz.

Con vos Camacho, las acepciones de la palabra “destino”, son tomadas desde un punto de vista más romántico. De nada sirven los academicismos con tu historia, esa que se inclina más por las casualidades de la vida. Era tu destino no morir ese día que llovía a cantaros y te iban a fusilar. No te preguntés por qué, créeme que no hay quién pueda responder a esa pregunta.

El destino podría ser tomado como ese fin al que todos estamos encaminados. No hablamos solamente de la muerte, que es tal vez el único destino cierto de la raza humana, sino también de toda meta propuesta hacia la cual se encamina todas las acciones. El destino visto como un medio y no como una finalidad, está condicionado por las decisiones que a diario se toman. No está escrito sino que se escribe. Y vos Negro, lo escribís a cada instante.

Porque tu libro Benjamín, es la historia de esta América que se desangra en guerras injustificadas y voces que se acallan por miedo. Vos sos como un fantasma que aparece y desaparece allí dónde más nos duele. En las masacres, en los campos minados y en las oficinas de los grandes políticas. Vos sos un espectro sin máscara: sos el pobre que camina sin rumbo, el rico que regresa a casa, el ignorante que quiere ser presidente y el sabio que sabe cómo mirar a quién le apunta con un arma en la mitad de la frente.

Siento al leerte, que podés ser una invención Negro. La estructura de tu historia es tan familiar, tan perfectamente hilada que siento que no sos más que un collage de muchas historias a las que nombraron Benjamín Camacho. No sé en quién pensar cada que imagino tu mola de colores y tu pelo enrulado. Pienso en el Che, en Jesucristo, pienso en John Lennon y en Gandhi. Vos sos una pequeña colcha de retazos de historias, tantas como las que te leyeron. Vos no sos uno Camacho, vos sos tantos como los caminantes de estas tierras sin dueño.

Tu historia es la historia de ese Jesucristo que partió el tiempo en dos. Porque lo veo caminando como vos, porque a él también lo tildaron de loco, porque a vos también te jugaron negro, como los soldados romanos jugaron las ropas de Jesús en la cruz. Vos caminaste sobre las aguas en un vuelo psicodélicamente fugaz y Jesús lo hizo para probar su divinidad. Vos veías ángeles que te anunciaban las desdichas y estuviste metido en una montaña varios días, ahogado en la desesperanza.

Tu historia es la historia del Ché, ese médico argentino que recorrió estas montañas en busca de un ideal. Sos un Gandhi que camina por la paz, sos un John Lennon que canta por la igualdad. A la final nunca supe quién eras realmente vos Benjamín Camacho, ¿será que si existís?

Pienso que tal vez estás durmiendo en la puerta de algún gran hotel, o tarareando canciones en alguna estación de tren. Tal vez esperas en la fila de algún banco o estas comprando zapatos viejos en algún bazar. Quizá lo que pasa es que todos nosotros, no somos más que tu representación Camacho, porque nosotros tampoco sabemos a ciencia cierta qué nos ha pasado. Somos como vos, vivimos sin tiempo y sin memoria.

Vos sos tan humano, tan salido de nuestras propias costillas, que estoy segura que, si en el momento en que te arrinconaron contra la pared y te apuntaron con una arma en la sien no hubiera llovido, te hubieras puesto a cantar. Pero fue la lluvia Camacho, la lluvia que a vos te salva y que a nosotros nos asusta, la que te puso a pensar en tu Dios y en tu patria. Y por eso no cantaste, pero estoy segura que hubieras entonado una canción de Nino Bravo si hubieras muerto, y hubieras volado a cantando que sos libre como el viento, porque vivo a muerto Camacho, vos sos más libre que el viento.

Benjamín, vos sos la historia de nuestras ciudades encarnada en unos ojos color miel. Llevas a cuestas la bandera del que quiere cambiar el mundo. Te vestís de silencios, gritas por quienes no han podido llorar. Pero te quedás en el murmullo inaudible de la selva. Vos Camacho, te perdiste en tu propia historia.

Es que al leerte me perdí entre tantos datos inexactos. Vos sos el tiempo, eso es verdad, y sos tan atemporal que podés ser y no ser al mismo tiempo. Por eso mismo dudo de tu existencia, porque no me das las bases suficientes para creer que viviste todas esas historias que contás.

El destino lo haces vos y existe sólo en la medida en que lo fundas para vos mismo. Esta es la concepción idealista del destino, en la cual el hombre se determina en tanto el mundo es lo que él mismo hace de éste. Lo dijo Schopenhauer y vos lo aplicaste en cada paso: “el mundo es mi representación”. Fue producto de tu mente, vos sos el artífice de tu destino. Ves Benjamín, vos también sos un Schopenhauer negro, porque el mundo de tu historia, es el mundo que vos quisiste crear.

Un mundo que se me presenta un tanto ilógico y hasta absurdo. Nunca pude ubicarte en un período de tiempo determinado, y decime ignorante si querés, pero te quedaste en tu historia Benjamín y olvidaste la nuestra. Digo que la olvidaste porque no logro ubicarme. Con vos todo es poesía Camacho, nada de formalismos periodísticos ni fechas estructurales. No me vengas con que sos una radiografía de la historia del continente, porque no tenés número para contarme este cuento. Es verdad, yo no necesito de números para saber de vos, pero es que negro, vos tenés tanta alma, que no entiendo para que te enredaste con políticas y muertos, y desventurados y asesinos. No Negro, vos no sos de esos, dejále a los ignorantes las historias sangrientas, y dedicáte vos a buscar los sueños que se enredan bajo los árboles, en el camino que lleva al sur, siempre al sur.

Tus ojos no sólo son dos pedacitos de vidrio colorado, sino que son un par de espejos en el que nos reflejamos todos los que te leímos enfrascado en esas letras que se nos presentaron hace un tiempo. Después de conocerte vestido de tinta y papel, quedé con un pedacito tuyo incrustado en mitad del pecho. Además, me ví también entintada entre tus historias, bueno, mis ilusiones las vi entintadas en vos. Porque yo también quiero pintar las paredes de esta ciudad con los dedos untados de pintura y salir de casa entonando una canción. Y quiero caminar por la pampa argentina y burlar la ley y encontrar un amor en cada puerto… como vos.

Ensayo sobre el libro "Vida, Muerte y Resurrección de Benjamín Camacho"
de Reinaldo Spitaletta

domingo, 12 de septiembre de 2010

YO



Hace algún tiempo pinté un autorretrato.
Simple y delicado.
Triste.

Lo trazé en papel mantequilla con tinta china,
Mientras escuchaba un cd de los Rolling Stones.

Mi autorretrato no tiene rostro,
No tiene cejas, ni boca ni sonrisa,
pero soy yo....
siempre yo.

Yo sin facciones ni ojos achinados, sin dientes alineados ni narices estruendosas,
la mujer sin rostro tiene un nombre
que se hace llamar como yo.

Yo espera, porque tiene el cabello al aire,
Sonríe cuando hace frío y arruga los labios cuando hace sol.

Cuando soy en tinta negra no tengo espacio ni tiempo,
sólo existo en un cielo blanco,
soy Yo en un lienzo virgen,
en un pedacito de papel.

Hoy mi dibujo navega prendido en estas telarañas virtuales,
pavoneándose en caras desconocidas.
Hablando en rostros innombrables que no soy capaz de pronunciar.

Mi pedacito de alma en tinta china,
hoy pinta otros dolores y otros cielos,
hoy nombra otras mujeres.

La verdad es que no sé cómo sentirme.
Yo, encontró una nueva dueña.

Ya no se llama Valentina,
ahora la llaman Chio y sueño que llora cuando hace sol.

lunes, 6 de septiembre de 2010

EN UN LUNES POR LA MAÑANA



Déjame ser tu sombra,
tu ventana.
Tu camino de piedra,
tu Ramada.

Déjame ser tu viento y tu sonrisa,
tu pedacito de cielo
tu cornisa.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

OTOÑO



Esta Noche,
como todas las noches,
dejo la ventana abierta,
Para que convertido en un cachito de luna vieja,
entres sorteando las cortinas,
y te poses con suavidad sobre mis pestañas.