martes, 29 de diciembre de 2015

Caracoles para no olvidar Vol. 2


Antes que nada, quisiera agradecer, en nombre de la Familia Cruz Correa, Mi familia,  a cada una de las personas y amigos que con su presencia, mensajes y manifestaciones de cariño se han hecho presente y nos acompañan en espíritu en este camino que hoy nos reúne y que como grupo familiar iniciamos. Gracias de corazón.



Voy a empezar estas letras, y esta intervención, tomando prestadas algunas palabras ya dichas y escritas en otros tiempos, en otros dolores y por otras personas. Que sean ellas – las palabras-  las que nos sanen, las que nos entreguen en su alma, la tranquilidad y el amor para reunirnos bajo un mismo cielo, ese que hoy nos convoca, y que aunque azul e indiferente, nos acompaña para que esta meditación sea un consuelo.

Hoy sabemos, y esto es gracias a mi abuelo, que no dejamos de ser ni desaparecemos al partir de este mundo, porque como dice Mauriac, La muerte no nos está robando a ningún ser querido. No nos han arrebatado a nadie. No se ha ido. Al contrario. Aún permanece. Hoy hay un Ángel que se guarda e inmortaliza en el recuerdo. Ese recuerdo que cargamos todos y cada uno de nosotros en mitad del pecho. Debajo de la Lengua y En el corazón.



Que sean las palabras, las benditas y precisas palabras las que hoy guíen y acompañen la memoria y la presencia de la Abuela Helena. Que sean las palabras esos ríos sanadores que den luz a mis tios: Martha, Clara, Miguel, Edna, Carlos y a mi mamá Luz Elena. En ustedes queda vivo el legado de quien les dio su mano al nacer. El fue ese tronco invulnerable, y ustedes las ramas que hoy al viento del cambio se sacuden. Que sea pues esta una danza invencible para gritarle a las generaciones venideras: El amor y la humildad es posible. Lo aprendimos de él, y vamos a ir dejando pedacitos de amor, en su nombre, por todo el mundo.



El vive aquí, Jamás será el olvido. Camina entre nosotros y nos envuelve con su increíble manto. Esa misma protección que en vida nos dio a través de sus manos gigantes. Abiertas. Siempre dispuestas a dar y a convidar. A Sanar y a suturar. A decir vida con los dedos. Benditas Manos abuelo. Riega sobre nosotros entonces ahora tus bendiciones. Porque aquí estás: en la sonrisa firme de los pequeños de la familia. Mario, Diego, Oriana, Gabriela y Alejandra. Ahora es el momento de enaltecer la cruz que llevamos en la sangre. A través de la constancia y el trabajo. El no se ha ido. Está aquí, justo aquí en la mirada clara de sus nueras, Nana y Adrianita, en el empuje de sus yernos, Diego y Gustavo. En la tenacidad de Tatiana, de Lina y Daniel. Vive en nosotros.


Abuelo: Hoy tenemos, y nos basta, con los árboles al viento que sembramos y sembraremos en tu nombre, y las fotos amarillas que guardamos entre las pupilas gracias a tus historias.

Los cerezos del Japón en invierno, la neblina del Tibet, tu sombrero infinito. El matrimonio a escondidas. Tu viejita. Tu eterna viejita. La que es hermana, hija, madre y esposa. Tu compañera de viaje. Ella y siempre ella. Jorge y sus deseos de hacerla monja.  Los cigarrillos Kent, el Palacio en llamas, Gaitán tirado en el suelo, el cenicero a reventar, los juegos de cartas interminables, el internado ardiendo, tu casita de campo, el moño inmenso sobre la cabeza de rizos dorados que te enamoró. El vestidito blanco, tu dedo en la boca y tus ojitos cerrándose para volver a nacer.




Hoy te vemos partir entre la esponja de arena blanca que precede la inmensa llanura azul. Azul petróleo olivado, Azul de promesas rotas, azul verde, azul espera. Esperanza. El muelle eterno se pierde en el horizonte. Tus ojos se entrecierran al contacto amarilloso de las motas de luz que se cuelan por entre los párpados. Estás de pie, eres una hermosa sombra azulosa confundiéndose en el cielo. Un ángel perdido en el desierto. Un pecador. La abuela hoy nos sostiene en sus brazos y sonríe al infinito. Caminamos sobre el puente de madera hacia el futuro.

Tal y como siempre nos lo dijiste y se lo repetiste a la Tía, venimos a este mundo en comunión. Unos con otros. Espéranos abuelo que nos volveremos a encontrar.

Sólo existimos en este instante en el que el sol desgaja lunares de mandarina sobre el agua. Y aquí estamos. En el medio. Y no recuerdo esa palabra, no logro recordar cómo se dice cuando la luz que cae sobre el agua es suave y es hermosa y es dulce. Sobretodo dulce.

Después de todo, tal y como lo dijo Benedetti, La muerte es sólo un síntoma de que hubo vida. Muchas gracias.




sábado, 26 de diciembre de 2015

LA CHICA A TRAVÉS DEL ESPEJO: LA DEL TREN




La Secretaría de Cultura Ciudadana y el Sistema de Bibliotecas Públicas le invitan a cerrar los ojos y a dejarse llevar por las vías de un tren que no lleva a ninguna parte. Un viaje por el universo femenino de la mano de la soledad, el miedo y la angustia. Para descubrir que al otro lado del espejo, siempre yace la fuerza que se necesita para volver a renacer. ¿Y si nada es lo que parece?


Por: Valentina Bustamante Cruz
comunicaciones@bibliotecasmedellin.gov.co
Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín
Especial para el Mundo




Esta es la historia de tres mujeres. Pero no deje que se la cuenten. Es más, lea estas letras con perspicacia. No crea todo lo que lea, y no lea todo lo que le digan que crea. La primera mujer es la esposa. La segunda La amante. La tercera La vecina. No. Son más mujeres. La borracha. La Madre y la inventada. Bueno, en realidad esta es la historia de todas las mujeres. La Chica del Tren, de Paula Hawkins, es una historia desgarradora y visceral. Sencilla y Fluida. Las palabras funcionan y se apilan como los rieles de un tren viejo: una a una se acomodan de tal forma que el lector no sabe en qué momento llegó a su destino. Al punto final.

Rachel toma todos los días el tren de las 8.04 a.m. Nadie sabe su destino. Ella misma desconoce hacia a dónde va. El mismo paisaje. La misma rutina. Latas de Gin-tonic entre sus manos y la línea de casas que siempre tienen algo que contar. Son tres casas. Ellas cuatro mujeres. Cuatro historias que se entretejen, entre miedos, fantasías y angustias dan vida a un Thriller caótico y descarrilado. La Cuarta es la mujer inventada. Esa que Rachel ve todos los días cuando va en el Tren. De la que se enamora y poco y nada sabe. Le gusta mirarla e imaginar sus pensamientos. Su comida favorita. Sus secretos. No sabe nada de ella. Bueno, se supone que no sabe nada de ella.

Anna acaba de tener un hijo. Le gusta regar las matas y en su juventud fue muy hermosa. Ha tenido algunos amantes pero es cosa de el pasado. Rachel también la ve desde el tren. La ve en su casa. Saluda a su esposo. Limpia sus manteles. Sus rosas. Ninguna de las dos se descubre en el mismo camino. Por ahora.

El libro trasciende el espíritu de una novela policiaca. Llena de intrigas y misterios. Agujeros negros y baches inmemoriables. Asesinos ¿Asesinas? Escondidas bajo las líneas de un tren. Bajo las piedras. Es una lectura desgarradora que devela la impotencia de un amor no correspondido. De un matrimonio perfecto. De un amor imperfecto. De una protagonista que genera más lástima que simpatía. Poco a poco todas las historias van haciendo parte de una misma estrella, se rozan, se coquetean, se besan. Una Chica, dos chicas, tres chicas, cuatro chicas. Todas con el mismo miedo. Todas bajo el mismo cielo.

Este es un libro que hay que leer con tiempo. Si usted no tiene tiempo no lo lea. Bueno, si no tiene tiempo igual puede leerlo. La autora le da voz a varios personajes, que como un espejo al ser descubierto tras un velo, van pintando con sus palabras el rompecabezas. Si tiene tiempo leála. Y si no, también. Descubra por qué la llaman la  #ChicadelTren y en dónde y cómo termina este viaje.



Ella es intensa, profunda y terriblemente conmovedora y visceral. De las que te dejan sin aire. Que te envician sin pudor y no te dejan dormir. La autora pide guardar el final del libro en secreto, pero quienes la lean pueden compartir su experiencia en www.lachicadeltren.com


“Me interesa el tipo de crimen que le sucede a las personas comunes, la manera en que se rompen las relaciones y las consecuencias de estas rupturas, no mucho la violencia en sí misma, si no lo que lleva a la violencia, la psicología detrás del acto. Por este motivo escribo sobre personas normales que viven vidas muy mundanas que de algún modo han perdido el control”

Paula Hawkins
(tomado de: http://www.abc.es/cultura/libros/20150607/abci-paula-hawkins-chica-tren-201506061638.html)

LA AUTORA: PAULA HAWKINS

Tiene 43 años. Es sudafricana, nacida y criada en Zimbawe, pero vive en Londres desde los 17 años. Ha trabajado como periodista durante más de 15 años, colaborando con una gran variedad de publicaciones y medios de comunicación.

* Este texto fue publicado en el periódico El Mundo: http://www.elmundo.com/portal/vida/entretenimiento/la_chica_a_traves__del_espejo_la_del_tren.php#.Vn7TDfFqf5e


martes, 1 de diciembre de 2015

Del Facebook y otras perversiones





Hoy es uno de esos días, en que a pesar de los pendientes que cuelgan de la pared, hice un alto en el asfalto y retrocedí. Rebusqué entre los recuerdos que guardo, esos pedacitos de piel que he ido dejando en el camino: incrustados en fotos, en recuerdos, en una que otra basura invernal.

Yo ya no solamente siento el cielo y el cuello más liviano, sino que se me oprimen un poquito las cuerdas vocales al verme y al verte. Miro entonces para adelante y me descubro más grande, menos bella. Más Audaz y menos locuaz. 

Aún experimento y retoña en carne propia la felicidad que siento al caer en un tobogán cuando escribo. Como si me quedara sin aire. Me llama Luz, debo contestar, es imperativo. Vuelo. Lo único que sé y que es cierto es que es que ahora, irremediablemente, son menos las palabras. Menos los amigos. Cada vez menores las tristezas. 

Qué felicidad, recorrer mientras llueve, este diario virtual que nunca y siempre supe, estaba escribiendo para recordarle de vez en vez, a la Valentina que cada tiempo existe, muta y vuelve a existir, quién es, quién soy y cómo hemos, ha y he, cambiado con los años.

domingo, 2 de agosto de 2015

Diario de una inconsciente: Dueña del mundo y del sol

Esta es la vista en planta de mi nueva vida. Pasa el tiempo y hoy me descubro con los pies firmes y dispuestos; la cabeza hecha una maraña de nuevas palabras. Hoy me miro en el espejo y me encuentro libre, con el amor justo, la sonrisa fresca y la lluvia siempre en la ventana, con una canción que sana lo que el viento no se pudo llevar.

Hoy es uno de esos días en los que me levanto con ganas de gritar Gracias Vida!... Gracias por la #Vida, los amigos, la familia y el amor ❤️. 

Lo que más me asombra de todo esto es que ya encuentro mis pies coquetos, dulces. Dueños del mundo y del sol.

martes, 21 de julio de 2015

RADIOACKTIVA 99.9 EFE EME



Tengo 14 años y ganas de no hablar con nadie. Hay temporadas en las que prefiero quedarme quietecita mirando por la ventana. Absorta y en otro mundo. Soy invisible. Cuando me quedo así, recuerdo los pocos años que cargaba en las pestañas y salía del baño enrollada en una tohalla y abría la ventana del cuarto. Entonces los ojos se me quedaban pegados a las bifloras blancas y rojas que retoñaban en el jardín. El tiempo no existía y las vacaciones de diciembre eran tan pero tan lejanas, que un año era una expedición asombrosa y eterna entre cuadernos, marcadores y loncheras de plástico llenas de mekato.

Ahora el tiempo pasa mucho más rápido. Aún no ha nacido la pequeña de la casa, y aunque todavía tengo algunas camisas rosadas con flores en el closet, prefiero el silencio y las boquillas de las latas de cerveza para amarrarme los tenis de gimnasia.

En Kokoriko me regalaron un radio AM-FM. Es naranjado. Me cabe en el bolsillo y así los profesores no me lo pillan. En el colegio adoro esconder cosas entre mis medias y zapatos. Todo aquello que es prohibido por la curia y las monjas reposa entre mis piernas: El liquid Paper con el que escribo en los zapatos y en la pared; el minisigui en Bolsitas que me gusta comer en el baño; los audifonos enrollados en medio de la falda, en el bolsillo que tengo entre las piernas y el short, con los que me puedo escapar cuando me da la gana. En alguna ocasión me pillaron escuchando música en clase de Sociales. ¡Qué indecencia por dios! Tuve que esconder el radio por un tiempo en el fondo del morral porque corría peligro. Fue una época oscura. La vida y la comedia palpitaba en el momento en que escribía mi nombre en la tapa del pupitre en diferentes letras: Vale, Valen, Valentina, Vale, Valen, Valentina. Va-len-ti-na.



Cuando amainaron las aguas, y me felicitaron a viva voz que porque estaba muy "obediente" y había madurado mucho porque ya no hablaba. Entonces supe que era tiempo de volver. Esta vez mis papás me habían regalado un disc-man marca Sony, redondo y plateado. Parecía un disco de plata de esos que le regalan a los artistas cuando van muy bien y han vendido mucho. Era un aparato especial para los que salían a trotar porque el cd no brincaba en su interior, entonces esa terrible y molesta pausa de la música al caminar era inaudible. Indetectable. Era mi gran tesoro. 

Mientras en casa todos corren para montarse al carro, yo con parsimonia y elegancia escojo el cd. Me creo en una película a blanco y negro. Imagino que mis dedos titubeantes que se pavonean por encima de las tapas de los discos, están siendo filmados por algún director escondido detrás de mi oreja, sé que más grande voy a ser famosa por tener unos dedos tan lindos: 

Uno: The Offspring (di ofspring) aiiiii wannnnttt youuuu badddddddddd
La nena de los ojos verdes empapada en cerveza y crema de afeitar me encanta.

Dos: Gorillaz
aaaaaiientttt japi!! ammm filiiiing glad ai gad sonshaaaiinnn in a baagggg
Esos tipos no tienen cara. Tengo que buscarlos en internet cuando vaya donde la tía nena para ver si de una vez descubro misterio. Me escribo en la palma de la mano: "Buscar Gorillaz y Daft Punk".



Tres: Linkin Park, Cuatro: Limp Bizkit. Cinco: me decido por Simple Plan.

- ¡Valentina!

Llama el papá

- ¡Voooy!

Respondo en un grito y cierro de un portazo.

Me bajo del carro y me despido sin ganas. Escondo los audífonos por entre el pelo oscuro y me amarro los zapatos. A veces me hago la desentendida. De vez en cuando sonrío. Camino hacia el salón. El morral me pesa y en el fondo guardo lo innombrable. El esqueleto de todos los pecados. El santo grial de los estudiantes. Me siento en el salón. Los profesores esperan. Me sonríen y saludan. Yo también sonrío.

Los miro a los ojos mientras rezan y me acuesto en el pupitre. Me pongo a soñar: Estoy en Bogotá. No. En Cali. Estoy en Cali. El cielo corre por encima como en una contrareloj. Miro por la ventana. Las calles. Las patinetas, el amor inventado. El rostro que aún desconozco. En los oídos las canciones del ayer: Lamento Boliviano, Ambar de 3-11, A mis amigos de la Mojiganga. Me voy.

Me fuí, y realmente no sé para qué carajos volví.

miércoles, 3 de junio de 2015

7x2

Fueron siete las preguntas faltantes,


¿Que si te gusta el ron? ¿Que si bailás reguetón? ¿Que si preferís el frío o el calor? ¿Que de qué color son tus ojos negros al reir? ¿Que por qué te reís mona? ¿Qué si te gusta la palabra risa? ¿Que si escribo y que por qué?

- Hola, ¿Tenés novio?

Siete los intentos,

Me siento en el prado esperando que aparezcas. Que tu sonrisa aterrice como una avioncito de papel entre mis piernas. Primero pasás de largo. Llevás una camisa a cuadros y no tenés tiempo de esperarme. Estás cantando y gritando que "yo te llevo para que me lleves" y te me perdés entre la gente mientras salto despavorida porque yo también quiero cantar. Es una lástima que no me sepa la canción. Luego aparece el cielo aprisionado. Las camisas negras. Los recuerdos viejos. Se atraviesan tus pasos en el asfalto que me lleva de regreso a casa. Finalmente enclavas. Llegás. Tu estás arriba, en el cerro, entre las cañas. Yo vivo abajo, atada al infiero de la rutina que no tiene fin. Vos te fuiste. Luego volviste. Volaste. Planeaste. Olvidaste. Yo nunca me he movido del pedacito de prado en donde todavía te espero. Ya me hice una cama de cemento esperando no volver a irme para que me podás encontrar. Además ya me aprendí la canción: "Te conozcooo de otra viiidaaaaa, hoy saldraaaas por la ventana"

- No

 y Siete los silencios. 

1
2
3
4
5
6
7

- ¿No?

- No. No tengo.

Siete

Siete fueron las respuestas que dejaste colgando entre tu lengua cuando nos despedimos.
Me dijiste que me quedara callada, que lo importante no era lo evidente. Que el cielo es azul. Que te gustan mis piernas y te gusta correr: correr descalzo y sin ataduras. Que no te gusta reír.  Que odias reír. Que te gusta el café oscuro y en la noche. Que no olvidás pero que tampoco te gusta recordar. Que porfavor me quedara quieta y que simplemente "monita deme un besito".  "Agh, coma mierda" Te contesté.

- mmmmm. ¿A vos te gusta escribir?
- No. No sé. Pues, intento, pero tengo una caja llena de papeles en mi casa que nunca me he puesto a organizar en forma. ¿y vos?
- Todo lo que escribo, cuando lo termino lo arranco y lo arrugo. Lo vuelvo trizas y lo tiro al mar.
- Ya.


Tus ojos y los míos.

Negros. Negroazulozos. Negritos. Negrísimos a la luz del sol.
Como un par de pozos sin fondo, sin dios y sin ley.
Negros como el agua oscura que todo lo esconde y lo inunda.
Negros como la noche más negra de todas las noches de la vida entera. Negros.
Como las estrellas cuando no tienen luz. Cuando se extingen. Cuando se mueren sin saber si quiera que están vivas. Negras como el olvido. Como el dolor que sentimos en la garganta cuando queremos llorar y no podemos. Como el recuerdo de un perro muerto en el asfalto.

- ¿Vos tenés hijos?
- Nada. Yo no quiero ser mamá.

El final

El lunar de tu frente.
Mi tatuaje en la espalda.
Pocas palabras. Muy poquitas. Casi a desgranar por entre un tubo para que salieran al mar. Allá dónde llega lo que vos te inventás.
Esta necesidad imperiosa de volverte a escribir y de construirte con mis manos entre las agujas del reloj. Como un muñequito de plata. Como un soldadito de plomo al que un perro se lo lleva en la boca. Un perro muerto.

- ¿Me vas a visitar?
- ¿Me invita?
- Sí
- Entonces sí.
- ¿Y si no?
- Entonces No.

Hoy quiero volverte a construir hecho de barro.
De tierra y sal.
De-volver el tiempo y encontrar-te en una puerta y gritar-te:

"Hey! Negro! ¿Me regala un besito?"


- ¿Cuándo volvés?
- Nunca
Le dije con la sonrisa más grande del mundo pintada en la boca.

Al fondo tus ojos oscuros negros azules oscuros.

"Agh, coma mierda mona"

miércoles, 22 de abril de 2015

Diario de una inconsciente. Día Uno. Lluvia



El Camino

Estoy a punto de tatuarme los pies. Esta vez es una frase que atraviesa todo el talón. Tiene la palabra pena, como todo lo mío. Le dije a mi mamá que tenía que salir a a recoger unos papeles, pero cuando vio el fuego que me quemaba en los párpados supe que lo sabía. Todo hay que decirlo: a ella no le gustan mis tatuajes. A nadie realmente. Estoy por mentirle otra vez. Le voy a decir que me van a cortar el pelo, que voy para donde el odontólogo y que me regale 200 pesos para fumarme un cigarrillo en el parque mientras la espero para mercar. Hoy vuelvo a mercar. No lo hacía desde hace 1 año.

Las palabras de Rulfo fueron reveladoras cuando las encontré hace ya 7 años, igual a como encontré a Simone y a Camila: colgadas del techo de la Biblioteca de mis tías como unas muñequitas de terciopelo y trapo. Reveladoras encima del techo y del suelo. Tan fuertes que me las voy tatuando una a una en la espalda, debajo de la axila. En los labios. Esa Biblioteca ya no existe. La tumbaron a los golpes y las tías regalaron todos los libros al mejor postor. No pude salvar casi nada. Me quedó Verne pero no lo he leído aún.

Vuelvo al asunto de Camila y Rulfo. Aparecieron como aparece la gente que después de un tiempo, se le queda a uno viviendo debajo de la piel: a la carrera, sin pretensiones, sin siquiera saberlo. Inconscientemente. 

Camila




En mi casa no había internet. Asi que me fui a esuchar "Puente" de Ceratti en el computador de Camilo (Camilo no Camila). Esa canción me la había mandado un tipo que se hacía llamar Rocamadour y hace poco lo recordé porque resulta que ya viene el día de la madre y dicen que ese es el nombre de los buenos hijos. Aunque debo confesarles que el tipo este se llamaba así porque se creía un conejo y no un buen hijo. No era para nada un buen hijo. En fin. El asunto es que yo estaba matando el tiempo entre las teclas y el Amor Amarillo y resulta que la ví. Voltié hacia la derecha para pensar un poquito y estaba metida entre dos pastas verdes botella. Ella toda roja en medio de tanto verdor. Chiquita, altanera, de pelito en fuego y zapatos brillantes. Ahí quieta y deliciosa. Como pa cogerle a piquitos esa jeta. Yo lo hice. Me importó un pito, como las tetas de Motoa. Me importó un Pito y recordé el aparte de "pero si no saben volar pierden el tiempo conmigo", y yo perdí el tiempo con ella y ambas sabíamos volar. Camilo no estaba entonces la abrí por la mitad y ahí me tuvo toda la tarde hasta que se hizo de noche. Nunca la voy a olvidar. Nunca. Aunque ahora no recuerdo ni una sola de sus palabras ella siempre va a quedar como la primera y la única. La que me supo atrapar de principio a fin. Me cogió por el cuello y me degolló como a un cisne. Como hacen los grandes.

Rulfo



A Juan si me lo llevé para mi casa y lo tuve en mi cama. Fue el primero. El primero por lo menos con el que me acosté más de 6 horas sin parpadear. Recuerdo que no estaba tranquila. No me podía acomodar y me tocó enclavar una almohada debajo de la espalda (siempre que digo espalda pienso en Lina y en la espada tan fría que la atraviesa de principio a fin). En todo caso me tocó ponerme la almohada entre las piernas, en la cabeza, debajo del cuello; me acosté sobre la barbilla, me acosté encima de las tetas, me acosté en el piso y nada. Todo seguía ahí en el techo: el páramo, las putas, el fuego, la muerte, las babas y yo seguía incómoda. Incómoda con el dolor en el pecho, ese dolor que yo sé que es rojo, y que voy botando por la lengua y por los ojos y que todo el mundo le llama "el de las despedidas", y cuando me miran de frente sienten lástima de la sangresita que se me brota por encima de las cejas. Nadie entiende que las despedidas traen su propio requiem detrás, como un cortejo fúnebre lleno de música y color. El simplemente llegó y me lo dijo. Primero me lamió el cachete, así como a mi me gusta, dejándome un poquito de babita entre los párpados. Después puso la boca y los labios y la lengua, ahí, justo en el centro de la oreja que siento en el ombligo y me lo dijo:

"Cuando me senté a morir, ella me rogó que me levantara y que siguiera arrastrando la vida, como si esperara todavía algún milagro que me limpiara de culpas"

Me separó y se sonrió. "Ni siquiera hice el intento" me dijo en un susurro. Yo lo miré a los ojos.

 “Aquí se acaba el camino —le dije—. Ya no me quedan fuerzas para más.” Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue. Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a mi corazón."

Yo entonces lo entendí. En mi cabeza yo también gritaba "Dile que no me mate Juan! Dile, dile que no me mate!"

Lisbeth

De Lisbeth no les había hablado. No sé por qué, será por lo fría que es. Igual tampoco quiero. A ella no la encontré tirada en ninguna otra parte, ni fue una casualidad de la vida como Camila. No. A ella si la busqué. La asesina, la llena de sangre y de vida. Camila no es tan agresiva ni es tan llena de plomo. En cambio Lisbeth sí. De ahí su nombre y su espalda. De ahí sus ganas de salir corriendo siempre, aún cuando conoce las respuestas y lo arregla todo con un cigarrillo. Ella también me ha hecho el vendaval que soy.

El Tatuaje


Vuelvo al asunto del tatuaje y de la mentira. Lo que pasa es que con la lluvia entendí que el futuro y el mañana pueden esperar en el cajón. La clave es que al puto cajón hay que echarle llave y tirar esa llave al río, porque si no, nos absorbe con todas sus desventuras, sueños e ilusiones que no son más que cartas sin estampillar. Aprendí que cuando el Adiós vuelve y aparece, llega bañado en sangre seca. Ya no hay llanto. Ahora las cicatrices surcan el cuerpo como si fueras un mapamundi de piel vieja y estirada al que le meten una lámpara por dentro. Hoy entendí que lo mío son las palabras. No las palomas, ni las flores, ni los colores ni los árboles. a-a. Las palabras. Las benditas palabras que llegan en verso y en beso. 

PD: Anoche soñé con Lina. Y después de quedarme encerrada tras bajar unas escaleras en caracol encontré la respuesta al miedo. Eran unas niñas con alas blancas que les caía nieve desde un ventilador. Se creían actuando en una noche de verano. Lástima que los vestidos no eran tan lindos. Mañana me tatúo las muñecas. Va a decir algo así como "si me caí es porque estaba caminando, y caminar vale la pena aunque te caigas".

Bah.

lunes, 20 de abril de 2015

LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS



La mariposa a la que Limón le mordió las alas sigue viva. 
Aún cuando la lengua le cuelga hasta el pavimento ella sigue caminando. 
No sé para dónde carajos va si ya no puede volar

sábado, 21 de marzo de 2015

DESHORAS


A ELLA

Mademoiselle Amarillé,

Hoy me despierto un poco molesto con usted. 
Su intromisión ha traído complicaciones estéticas y de desempeño.  
No me ha dejado dormir y hoy sábado, día de descanso, me desperté con su presencia en mi mente.

No he podido regresar a mi sueño profundo. 
Ahora me encuentro somnoliento por la calle, tratando de hacer aburridas diligencias.

Solo quería menifestarle mi preocupación ante su imprudencia. 
Espero que me compense de alguna manera, 
al menos volviendo a entrar para arrullarme y poder volver dormir.

Con cariño,
Eduardo


A EL

Apreciado Señor,

Con asombro recibo sus palabras en este sábado gris y pesado. 
Con el cielo hecho de plomo y los pulmones humo.
Lleno de recuerdos y de auroras.

Debo decirle que nunca fue mi intención importunarle el sueño. 
Ni la vida ni la existencia ni el camino. 
Y seria tal vez exceso de orgullo y de flor de estanque, 
decirle que lo siento y que espero, 
no vuelva a pasar.

Quiero decirle,
desde el otro lado del espejo, 
que me place ser un fantasma. 

Uno de esos que vive detrás de las puertas.
En las alfombras.
Que no olvidan y que siembran semillas de mostaza en el jardín que florece en su ventana.

Uno de esos fantasmas en technicolor. Que no son transparentes. 
Que no atacan, sino que atracan. 
Que susurran a los tiempos venideros: todo está bien.

El asunto, y esto es importante que usted lo entienda y me entienda, es que ese fantasma no está bajo mi jurisdicción. Entonces no puedo no prometerle su descanso, ni tampoco llamarle la atención.

Qué más quisiera yo que escribirle un memorando, con copia en su correo electrónico para mantenerlo al tanto, y pedirle y suplicarle que se quede dormido en el cajón donde lo dejamos hace tiempo. Que se empaste dentro de un libro. Que deje de volar. Pero, y yo no sé si usted sabía esto, con tristeza debo contarle que le cortaron las orejas después del último invierno.

Si gusta, y para futuros altercados con el recuerdo, 
le recomiendo tomarse una tacita de té en ayunas. 
A mí fantasma no le gusta el café.

Sinceramente suya,


Valentina 

domingo, 22 de febrero de 2015

Papeles Prestados Vol. 4


Esta pequeña,
muy pequeña libreta,
 me la regaló La Fichina,
una niña de ojitos brillantes que se pierden en el norte y en el sur.

Estas letras en particular me hicieron un alto en el camino:
por el globo fraccionado, el cielo blanco,
las manchas del tiempo y el tríptico inconstante.

No son imposibles Vendaval, no son lejanos.
El cielo no es más que un espacio de un azul infinito,
una nebulosa llena de estrellas y cuerpos desconocidos.

Una cortina por la que nos espían los dioses.
Una sábana larga en donde duermen los deseos.

Los sueños - posibles e imposibles- los guardamos en mitad del pecho,
en la garganta
y en la voz. 

sábado, 14 de febrero de 2015

Papeles Prestados Vol. 3


El ímpetu del que espera. El amor cuando no llega. Somos la rabia que se nos cuela por entre las comisuras de los labios y el dolor cuando es de noche. El viento, la luna. El Resplandor. Somos la sangre y la tierra que cargamos en las entrañas. Somos el cielo y el beso. La bendita mentira de la eternidad.

jueves, 12 de febrero de 2015

El Ojo y el pez Vol.2


Ella es la mujer que
 en su lejanía,
me ha hecho perder la cabeza, 
y encontrar
el camino de regreso a casa. 
Vuelve pronto.
Vuelve pronto
que esta vida 
es demasiado sin ti.

martes, 10 de febrero de 2015

domingo, 8 de febrero de 2015

Papeles Prestados Vol.1


Hoy me puse a esculcar los cuadernos viejos que cargaba en la universidad. Esto fue lo que encontré: El amor en blanco y negro. Borroso y a punto de estallar. 

miércoles, 28 de enero de 2015

La Lámpara y el Aviador

La Lámpara
Ella era una lámpara, y como toda lámpara -para que suene bien al leerla-, estaba fundida. Literalmente apagada, colgando sin vida desde un clavito vertical que la sostenía en la nada. Inmóvil ante el paso del tiempo, del viento y de las cabezas que de vez en cuando la ignoraban y la ponían a danzar en mitad del cielo.

La compramos en un mercado lleno de pulgas, y todo porque mi hermana buscaba entre los recuerdos olvidados de un Japón que sabe a salsa y sal marina, la respuesta a todas las preguntas que le colgaban de las pestañas. Ella se trajo entonces al Japón violetta y de papel, y pensó haberse encontrado allá en donde muere el sol.  La historia le demostraría años después que su hogar estaba justo ahí donde nace el sol cada que amanece: en sus pupilas.

La colgó sobre su cama, como quien cuelga un atrapasueños esperando que el fantasma de un indio llegue a cazarle las pesadillas. Ella necesitaba un mapa, y quería trazarlo en el cielo como quien deja un camino de estelas en el mar. Ya lo hizo. Sola. Sin la lámpara, sin el indio blanco y sin el lobo. Se fue y la dejó a su suerte. La lámpara entonces se extinguió porque sabía que tenía que llevarle los pesares a alguna parte, el problema era que no tenía mapa. El mapa lo tenía ella y se lo había llevado tatuado en su lengua. Entonces se apagó.



El Globo
Él era un juguete extravíado, y como todo juguete -para que no suene mal al leerlo- estaba hecho de recuerdos y frustraciones. Hecho de olvido. Era un juguete de esos esculpido a pulso. Que alguien en un taller de película y empolvado, puso todo su empeño en delinear, lijar, afinar, soldar y pintar. Era hermoso y llegó a nosotras desde el sur. 

Le dijeron que era bueno, que servía, que tenía que volar muy alto. Maldito el día que lo pusieron a soñar. Le habían escrito con tinta algunas palabras en el norte; del sur le colgaba el mundo; y al oriente y occidente le instalaron un par de alas. Llevaba una brújula por corazón: una rosa hecha de viento.

No teníamos claro el por qué de su llegada. Tal vez había aterrizado para darle la bienvenida a los nuevos aires que se escondían y que soplaban en una boquita incólume y coqueta; o tal vez para aterrizar los sueños que colgaban de nuestros tobillos. Solo sabemos que llegó y que lo colgaron en la puerta, luego en un rincón. Estuvo debajo de la cama y en el tocador. Le arrancaron el cielo, le apagaron la luz. 

La Lámpara y el aviador
Siempre estuvieron colgando del mismo punto. En el centro. Abajo y a la Izquierda, Arriba en el Plafón. Del cielo y las estrellas. Siempre en reversa. Siempre conexos. En Piezas y estadios diferentes. El asunto era que si vos los mirabas a través de la ventana, eran los mismos, pero con diferentes lentes. Ella: enclaustrada entre unas rejas verdes, y él, con una jaula hecha de sombras pintadas en la pared.

Él ya tenía los cables enredados a causa de los vaivenes de la vida: comenzó siendo exhibido y admirado, pero con el tiempo, otros juguetes con menos pintura y más vida le suplantaron, y entonces pasó a esconderse entre zapatos viejos y muñequitas de cartón.

Aún cuando estuvo perdido y relegado al olvido, entre el desorden y las plumas que se iban acumulando con los años, sobresalía el rizo imantado de dulce y plata con el cual alguna vez estuvo colgado al cielo. El asunto con la lámapara era algo impreciso y sólo debo decir que durante una temporada la doblaron detrás de un cuadro.

El buscaba su puerto entre herrajes, pompones y cuentas de ábaco viejo.
Ella se olvidó de su brillo. De las estrellas que escondían sus dientes al bailar. Del esqueleto de plata con el cual estaba hecha.

Un día -cantando- decidí hacerle caso a la brisa y colgarlos juntos. Del mismo punto. Bajo el mismo cielo. El resultado es un hermoso globo aerostático y gigante, lleno de luz y de sombras. Lleno de verdad. El resultado es un cuadro renacentista, una xerografía de Verne. Es una historia hecha de papel. El nació para ser contado. Ella nació para contar.

Les regalo mi cielo.
Gracias por leer.
Gracias por leerme.