sábado, 21 de marzo de 2015

DESHORAS


A ELLA

Mademoiselle Amarillé,

Hoy me despierto un poco molesto con usted. 
Su intromisión ha traído complicaciones estéticas y de desempeño.  
No me ha dejado dormir y hoy sábado, día de descanso, me desperté con su presencia en mi mente.

No he podido regresar a mi sueño profundo. 
Ahora me encuentro somnoliento por la calle, tratando de hacer aburridas diligencias.

Solo quería menifestarle mi preocupación ante su imprudencia. 
Espero que me compense de alguna manera, 
al menos volviendo a entrar para arrullarme y poder volver dormir.

Con cariño,
Eduardo


A EL

Apreciado Señor,

Con asombro recibo sus palabras en este sábado gris y pesado. 
Con el cielo hecho de plomo y los pulmones humo.
Lleno de recuerdos y de auroras.

Debo decirle que nunca fue mi intención importunarle el sueño. 
Ni la vida ni la existencia ni el camino. 
Y seria tal vez exceso de orgullo y de flor de estanque, 
decirle que lo siento y que espero, 
no vuelva a pasar.

Quiero decirle,
desde el otro lado del espejo, 
que me place ser un fantasma. 

Uno de esos que vive detrás de las puertas.
En las alfombras.
Que no olvidan y que siembran semillas de mostaza en el jardín que florece en su ventana.

Uno de esos fantasmas en technicolor. Que no son transparentes. 
Que no atacan, sino que atracan. 
Que susurran a los tiempos venideros: todo está bien.

El asunto, y esto es importante que usted lo entienda y me entienda, es que ese fantasma no está bajo mi jurisdicción. Entonces no puedo no prometerle su descanso, ni tampoco llamarle la atención.

Qué más quisiera yo que escribirle un memorando, con copia en su correo electrónico para mantenerlo al tanto, y pedirle y suplicarle que se quede dormido en el cajón donde lo dejamos hace tiempo. Que se empaste dentro de un libro. Que deje de volar. Pero, y yo no sé si usted sabía esto, con tristeza debo contarle que le cortaron las orejas después del último invierno.

Si gusta, y para futuros altercados con el recuerdo, 
le recomiendo tomarse una tacita de té en ayunas. 
A mí fantasma no le gusta el café.

Sinceramente suya,


Valentina