jueves, 30 de septiembre de 2010

BUSCANDO A LILY MARLÉN

Ella es un lirio de sonrisa fácil que espera bajo la luz de un farol amarillo. Tiene los dientes parejos de una mujer que sirve café a las ocho de la mañana, enclaustrados en los labios delgaditos de la jefe del departamento de arquitectos que tiene el pelo rojo. Tiene las manos blancas de una enfermera que sostiene una cajita de música. Las pecas coquetas de su cuello, se descubren a través del botón de la blusa que siempre mantiene abierta. Esos lunares proponen inventar el sostén en blanco y negro que, como una partitura musical, esconde en sus entrañas imaginadas. No sólo tiene las piernas de Marlene Dietrich, sino también su voz. Lily Marleen canta y las caderas anchas de la profesora de ciencias sociales que tomó un taxi, cierta noche (día al fin y al cabo) en que llovía a cántaros, bailan al compás de una mano que tiene como ocupación ser un objeto de arte, ser al fin y al cabo, el tiempo en los labios de una mujer.

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