jueves, 13 de enero de 2011

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE AMOR?

Alonso

El sonido de la puerta al cerrarse fue como un click que le cegó el cerebro. Bebió un sorbo del whisky que sostenía en la mano. El hielo sumergido en el líquido terracota le recordó un acantilado breve y certero. No le supo a nada.

En medio de la habitación un pequeño butaco.

Caminó hacia el baño. Se miró en el espejo. Las cejas despobladas, los ojos hundidos en las concavidades insondables de lo incierto. Se obligó a sonreír. Los dientes estaban amarillos. Sacó del cajón que había bajo el lavamanos una cajetilla de Marlboro rojo y prendió un cigarrillo en la vela aromatizante que Elena mantenía prendida en el baño. Era Una vela verde. El olor a yerbabuena se confundió con el humo gris que salía de sus pulmones. Tuvo un recuerdo absurdo, prefirió ignorarlo pero no pudo evitar la imagen de un ángel cayendo y las palabras de Elena levitando sobre el humo calizo “se muere un ángel cada que prendes un cigarrillo con una vela”. Maldita seas Elena, que se mueran todos los ángeles del cielo, se dijo. Y tiró al retrete el cigarrillo a medio comenzar. Prendió uno, dos, tres, siete cigarrillos con el recuerdo de Elena pegado en la frente como un tiro. El último lo degustó sentado en el piso. Tiró la cadena. Ocho cadáveres angelicales, pensó, y con esfuerzo se puso en pie. El Cáncer ya se le había quitado medio estómago, el hígado y ambos pulmones funcionaban a media máquina. Que se lleve todo si quiere Hijo de Puta. Y mirándose al espejo tosió.

Afuera el ruido de la música y las risas estridentes le hicieron dar rabia. Apagó la luz. En la penumbra reconoció sus zapatos, la cómoda vieja, el libro inacabado, las gafas de Elena, la bata de Elena, los encajes de Elena, los calzoncitos de Elena. Elena a media luna, a medio terminar, la Elena interminable y oscura. La fría de Elena. La puta de Elena. Acabó el cigarrillo.

De un trago se tomó el poco Whisky que le quedaba y en la garganta se le anudó un hielo que se deshizo en una exhalación. Cuando la soga se cerraba con fuerza en su cuello el sonido de la puerta le cegó el cerebro. Era ella. Había vuelto para quedarse.

Elena

No quiso voltearse por última vez. Apagó la luz con rabia y salió como si la fueran a matar. Buscó las llaves en el bolso y encendió el auto. Alonso no quería mirarla. De espaldas a la puerta se tomaba el primer trago del día. Degustó el sabor electrizante en la punta de la lengua y jugó con los hielos en la boca mientras ella empacaba. Sonrió cuando escuchó la puerta cerrarse tras de sí. Quedó a oscuras. Las lágrimas le empañaron la vista y soltó el clutch con tanta rabia que el carro fue a parar en el jardín. El rastro de las flores amarillas esparcidas sobre el pavimento fue lo último que quedó de Elena. La carretera se le presentó insoportable. Demasiado por recorrer y sin saber a dónde ir. Al fondo un horizonte estrellado. Apretó con ambos pies el acelerador. Cerró los ojos. Alonso le rozaba el cuello con ambas manos, quiso estrangularla. Elena extendió los brazos y sintió el vació en el estómago al caer por el precipicio.

4 comentarios:

  1. Me quedó el recuerdo de una vieja historia que se me perdió en el cerebro... Sólo sé que se trataba de una chica llamada Ana y terminaba... "Ana fuma, Ana fuma, Ana fuma y Ana..."

    "=D sonrisas, me gustó este texto

    *felicidad*"

    ResponderEliminar
  2. A mi ya se me perdió tu recuerdo Salas Pertúz... ¿Estás vivo?

    ResponderEliminar
  3. De rabia,odio,deseo,dolor, cariño,desesperación,arrepentimiento,llanto y muerte. ¿Es eso el amor? ¿Entonces de que sirve vivirlo?

    ResponderEliminar
  4. Qué bueno leerte Rayuela... y que además sean textos tan buenos; sí que da gusto.

    De cierto modo me haces odiarme por no haber vuelto a escribir. Y creo que gracias a vos hoy lo intentaré, intentaré hilar unas palabras en una pantalla blanca a ver si se me baja el odio hacia mí mismo.

    ResponderEliminar