martes, 3 de marzo de 2009

EL SUICIDIO


El cielo hoy no está azul, no debería pesar por lo blanco y nebuloso, pero lo siento en la garganta como una piedra de sal, el cielo se queda pegado en la lengua y no tengo un vaso de agua para poder tragar.


Hoy me levanté con los ojos vidriosos por la neblina matutina y reconozco que soy una cobarde y que tengo miedo a levantarme, ni el derecho ni el izquierdo me muestran otro camino, no hay diferencia alguna en los pies que pisan la baldosa de hielo.


Bueno, reconozco que desde siempre lo supe, siempre supe que era una cobarde, pero ignoré mi situación y la pinté de amarillo y ahora me doy cuenta que no tengo otra opción que quejarme bajo cuerda, con un café sin azúcar y tal vez algún cigarrillo, de lo irremediable que es la vida y lo poco que mis manos pueden hacer para cambiar el destino inefable que ya elegí.


¿En qué momento decidí enlistarme a las filas universitarias para llenar los puestos de trabajo? ¿En qué momento opté por quedarme enclavada, mirando como los pajaritos vuelan por encima de mi cabeza, mientras yo tengo que rendirle cuentas a los que dicen que me quieren? ¿Por qué no dejarlo todo y salir corriendo? Aún no entiendo qué me ata a estas piedras, no hay nada que me impida surcar los mares del tiempo en un barco de papel... pero aquí estoy: comiendo lechuga y carne en salsa de piña, con los pies calientes en unos tenis cómodos, mientras la vida, una montaña de queso, se va derrumbando bajo el sol.


Decime vos, ¿en qué momento decidiste sentir pena, o comer con la boca cerrada, o entrecerrar los ojos con fuerza cuando una luz se te aparece en la carretera?, ¿Decime por qué dejamos de soñar con cambiar el mundo? ¿Por qué decís que no se puede? ¿Quién carajos nos dijo que todo tenía que ser como es?


Ya es más fácil encerrarnos en casa, prender el televisor y tomar una copa de vino para hablar mal del presidente, y decir que Chavez está loco y que la crisis nos ha afectado terriblemente. Es más fácil eso que salir a la calle para pintar en una pared que está triste y gris algo asi como “maldita sea el paraíso un tanto infernal que me parió” o “abajo la represión” o alguna otra vaina que nos haga sentir que estamos vivos. Preferimos comernos las palabras y esperar que se nos vinagren en la boca para escupírselas a alguien años después.

Me siento frente a la ventana y el cielo no hace más que llover. Afuera los autos pasan y siento pena. Pena por ellos y por mí. Pena por los que creen que basta con trabajar, trabajar y medio vivir, pena con los que no lloran y pena por los que, como yo, no pueden llorar.


¿En qué momento? ¡¡Decime vos!! ¿por qué lo hiciste? ¿por qué lo hice yo? ¿Dónde quedaste carajo?, no sé en que parte de este camino me perdí y extravié ese hilito que me ataba a un mundo de colores. Nunca me dijeron que crecer iba a ser tan difícil. ¿Sabés que quisiera hacer hoy?... caminar descalza bajo esta lluvia mientras me como una paleta de limón… mejor si son las 10:15, porque por ahí dijeron que mataban a quienes estuvieran por la calle a eso de las diez.


1 comentario:

  1. es extraño y placentero al mismo tiempo leer de otra persona cosas que llevo sintiendo hace tiempo...
    quién dijo que las cosas tienen que ser como son??? que hay q estudiar para luego trabajar... acaso no estudiamos para enriquecernos y liberarnos, no para atarnos a un escritorio, un salario y ver perder la vida???

    por eso, por la irremediable monotonía con la que gira el mundo, no podemos dejarnos vencer y perder la capacidad de asombro... la única que nos hace recordar lo bonito de estar aquí.

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